NOTA
ACLARATORIA: Esta actividad se debe llevar realizada el día correspondiente a
la convivencia y será calificada. La presentación y correspondiente valoración
se realizará según las indicaciones dadas por el Docente (TENER EN CUENTA EL
BUEN DESARROLLO Y PRESENTACIÓN DE LA MISMA)
ACTIVIDAD
·
Lea
el artículo titulado: EVANGELIO,
MACHISMO Y VIOLENCIA FAMILIAR (PARTE INFERIOR DE ESTE TEXTO)
- De su autoría, realice un
artículo en donde exponga su reflexión y sus puntos de vista con respecto al
tema.
Buscar
las siguientes citas Bíblicas y consignarlas en la hoja de trabajo (puede ser
escrita o impresa) y desarrollar los puntos asignados:
·
1ra Pedro 3:7
·
¿Cómo
es el trato de tu papá para contigo y tus herman@s?
·
Efesios 5:21-25
·
¿Cómo
es la relación y/o de tus padres? (si
tus padres no conviven o son separados, de igual forma describe cómo es la
relación existente entre ellos actualmente) y analiza esa situación desde lo
que dice la Palabra de Dios en la cita bíblica antes mencionada.
·
Gálatas 3:28
Si somos uno en Cristo, ¿Por
qué tanta violencia, especialmente la violencia intrafamiliar y/ el maltrato
infantil?
·
1ra Corintios 13:4-5
¿En
qué momentos o situaciones eres intolerante? (Describe los momentos y/o
situaciones y por qué eres intolerante)
·
¿De
qué forma o bajo qué circunstancias eres irrespetuoso con tus seres queridos?
EVANGELIO, MACHISMO Y VIOLENCIA FAMILIAR http://www.diariovoces.com.pe/?p=53244
“…Como
a vaso más frágil” es la orden que el apóstol Pedro da a los esposos respecto
al honor que deben darle a sus mujeres. Es más, en su carta les recuerda que no
deben considerarlas en menos pues son coherederas de la gracia, y advierte
claramente que ningún hombre puede pretender estar bien con Dios sino trata
bien a su esposa. Cuando esto sucede, la comunión con Dios se perjudica y sus
oraciones ya no son escuchadas.
“Maridos:
Amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí
mismo por ella…” es la demanda del apóstol Pablo a los creyentes. Así como
Cristo no usó su autoridad y fuerza para maltratar a su iglesia ni abusar de
ella, sino para buscar su bienestar, cuidarla, bendecirla, y llevarla a
desarrollar una correcta relación con el Padre; así se espera que los hombres
que se consideran cristianos sigan el ejemplo de su Maestro y estén dispuestos
a dar lo mejor de sí mismos por su esposa, hasta incluso dar la vida por ella.
Porque este amor “…no es jactancioso, no se envanece, no hace nada indebido, no
busca lo suyo, no guarda rencor…”, no da lugar a ningún maltrato sea sicológico
o físico, a la esposa o a los hijos.
En
el Evangelio de Cristo no hay lugar para el machismo. Si bien el relato del
Génesis declara que Dios hizo a la mujer del varón, todos somos iguales ante
él: “Ya no hay judío, ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón y mujer;
porque todos sois uno en Cristo Jesús”, pues “en el Señor, ni el varón es sin
la mujer, ni la mujer sin el varón; porque así como la mujer procede del varón,
también el varón nace de la mujer; pero todo procede de Dios”.
Antes
de Jesucristo (en el Antiguo Pacto), la religión sí hacía distinciones. Según
la ley de Moisés y la costumbre de los judíos, no todos tenían igual acceso al
templo; los gentiles (no judíos) y las mujeres quedaban afuera; y entre los
judíos, sólo los descendientes de Leví podían dedicarse a su servicio. Todo
gentil, hombre o mujer, era considerado ceremonialmente impuro y debía evitarse
hasta entrar a sus casas. Pero el Evangelio proclama que en Cristo ya no hay
diferencias; todos pueden acercarse sin restricciones al Padre, por lo que
entre sus seguidores tampoco puede permitirse distinción alguna de raza o sexo.
Sin
embargo – y hay que decirlo – en los escritos de Pablo hay algunos pasajes que
tratan de ciertas cuestiones culturales y de orden dentro de la iglesia y la
familia que pueden ser mal entendidos y considerados “machistas” si no se toman
en cuenta en su debido contexto. Por ejemplo, la indicación para que las
mujeres se cubran la cabeza con un velo al orar o exponer la Palabra de Dios,
son parte de las indicaciones que corresponden a una cultura y tiempo en
particular, que había que respetar, por cuanto la intención del Evangelio no es
faltar a las costumbres y el orden social; aunque sí influenciarla, para
producir un cambio paulatino más acorde con el evangelio. De igual manera la
instrucción bíblica a la esposa para que se sujete a su esposo está referida al
ámbito familiar, al orden que dentro del hogar debe haber (ninguna institución
avanza con dos jefes), pero esto no implica que la mujer sea un ser inferior o
se convierta en una “esclava sumisa”; porque justamente la instrucción anterior
a esta, es un llamado general a todos los creyentes para someternos “unos a
otros en el temor de Dios”.
El
cristianismo no desvaloriza a la mujer, no promueve el machismo y menos provee
algún pretexto para el maltrato a los hijos o a la esposa. Todo hombre que se
considere hombre, cristiano, no puede ejercer violencia sobre su mujer; si lo
hace y no se arrepiente ni pide ayuda, es un hipócrita y un delincuente. Y la
esposa que sufre de continuos maltratos no está llamada a soportarlo, porque
tal hombre demuestra con sus acciones que no la ama ni quiere vivir con ella,
por lo que salvaguardando su vida y dignidad, debe separarse (según nuestras
leyes también denunciarlo) “pues no está la hermana sujeta a servidumbre… sino
que a paz nos llamó Dios”.